La Casa De Reynosa.
La casa de Reynosa.
2009 |
Cadereyta, La Ceja, Las Lajas, Gral Bravo, La recta, Loma Alta.
Eran los 70s.
Cuando era niño , ir a Reynosa no estaba en mis prioridades.
Primero porque me divertia mas en Monterrey jugando con mis primos.
Segundo me sentía un poco como pez fuera del agua pues en Reynosa
no era tan consentido como en lo era en la casa de abuelita en La Villa.
Yo temia:
Que Tia Juanita lo pone cebolla a todo (no me gustaba la cebolla)
La aburrición cuando todos estaban ocupados incluyendo mis primos.
De entrada estaba medio raro que siempre estacionábamos el auto en
la banqueta al llegar. Nos teníamos que salir del auto antes de
estacionarnos porque las puertas quedaban contra la pared de la casa.
Las dos casas.
Eran dos casas. La casa de Tia Juanita, la puerta de la derecha, y la de los Abuelos la puerta
izquierda.
De cajón siempre entrabamos por la puerta de la izquierda, la de los abuelos.
Nos recibían Tia Guera, Tia Adela, Abuelita Adela y Abuelito Adolfo.
Las casas daba al oriente y por ende las sala de la casa de los abuelos era caliente
por las mañanas y fresca por las tardes. Corría un chiflón de aire si dejabas
la puerta principal abierta, lo cual era costumbre.
Después de los saludos y demás esperábamos pacientes el santo y seña para ir
a la casa de al lado, a la casa de los primos. Lo cual era fácil porque las
dos salas estaban conectadas.
Nos dejaban ir con instrucciones precisas de que teníamos que venir a comer
y cenar a la casa de los abuelos. Eso me resultaba tedioso. Porque luego volvíamos
con los primos a dormir.
Es que en la casa de los abuelos no había mucho que hacer. Solo habia revistas
y periódicos en la sala y no nos dejaban prender la tele en la sala comedor.
Ni de sueños nos dejaban salir a la calle.
En la casa de los primos, Saul, Pati y Diana, nos divertiamos sobre todo
porque tenían juguetes americanos.
Mi primo Saul tenia un GI Joe astronauta con traje espacial. Yo tenia
un GI Joe Marinero de la segunda guerra mundial al cual se le quedaba el pie
atorado en la bota cuando se la quitabas. Aprendí a usar pinzas de electricista
sacando el mentado pie de la bota.
La casa de tia Juanita tenia dos recamaras y un baño. Después Tio Saul amplió
con una recamara en el patio de atrás.
El patio conectaba las dos casas lo cual era divertido pues cuando correteabamos
podíamos correr en círculos comenzando por la cocina de Tia Juanita,
el patio de atrás, el corredor de la cocina de abuelita Adela, el comedor, la
sala y de regreso a la sala de la casa de Tia Juanita con un grito de algún
que lugar. "No corran dentro de la casa!"
Esa era la otra cosa. En Monterrey haciamos trastadas y como eramos los primos
de visita había treguas entre tios y sobrinos. En la casa de los Quintanilla
era la algarabía total y con Tia Teresa nuestras travesuras se quedaban cortas
comparadas con las travesuras de mi primo Homero pero había mas orden.
En Reynosa a todos nos tenían con la rienda corta.
La amenaza era: O te portas bien o no vas a McAllen.
A McAllen!
El puro nombre nos llenaba la cabeza de ilusiones.
Juguetes, Hamburguesas, dulces, todo tipo de cosas inexplicables como
el sabor del jarabe de chocolate Quick instantáneo que de nada sabia como al
polvo choco-milk que nos daban las abuelitas.
En Mexico nuestros juguetes eran del Mercado de abastos de Churubusco,
o sea no hay comparación. Como comparar una pistola de rayos espacial
que avienta chispas con un una pistolita de charro de fulminantes cebados?
La advertencia siempre fue efectiva.
En la casa de los primos los castigos eran severos.
Tio Saul enojado nos hacia temblar a todos pero también era alegre y bromista.
El año después de que falleció Abuelito Adolfo llegamos como siempre
a Reynosa y al entrar a la sala de la casa de abuelita note algo curioso.
La puerta que conectaba las dos salas estaba cerrada.
Nunca había notado esa puerta.
Una puerta de madera vieja pintada con barniz cafe.
Los primos no vinieron a saludarnos como siempre. Se respiraba el silencio.
Estuvimos un rato paseandonos sin decir mucho y ya despues fuimos
por el patio de atrás mas o menos casual, a platicar con los primos.
Nos dijieron que Tia Guera y Tia Juanita se habían peleado.
Abuelita Adela y estaba en silla de ruedas.
Esa fue la ultima vez que visite la casa de Reynosa, en los 80s.
Mas notas de entonces:
El autobús que tomábamos Saul Adolfo y yo para ir a McAllen era del VTC,
Valley Transit Company, costaba 50 centavos americanos.
Las sodas costaban 35 centavos americanos.
A las monedas de 25 centavos americanos les llamábamos pesetas.
El Verano del 78 Adolfo pasamos el Verano en Reynosa, Tio Saul nos llevaba
por las ma~anas al casino petrolero. Entonces nos dejaban salir a la calle
con mi primo Saul y merodeábamos por todo lados, incluyendo ir al cine Rex,
y Savoy a ver cintas de Kung Fu y hasta fuimos a volar papalotes
al lecho del Rio Bravo.
Al cruzar la calle había una estación de autobuses, un casino y el restaurante
de hamburguesas y pollo frito El Carrusel.
Comments